Posa cansada pero sonriente. Lo hace con la inestimable ayuda de su marido, fiel escudero durante todo el trance vivido y el apoyo rotundo de su madre, una anciana entrañable que a base de caldos, potes y mimos obrará la segunda parte de un milagro del que aún los médicos no saben darnos ciencia cierta. Está curada sí, pero no sabemos cómo ni con qué.
En esta pequeña localidad de Lugo pone fondo a negro esta particular película de terror que hace apenas un mes, apareció en las carteleras sembrando de pánico y miedo a la población. Han sido días de angustia, de incredulidad al comprobar las medidas que en algunos casos se tomaron frente a un mal que cuando aparece se muestra inmisericorde, destrozando por dentro a quien tiene la mala fortuna de incubarlo.
Precisamente hoy, cuando comienza el progresivo retorno a la normalidad de la afectada en este grave entuerto, me ha llegado por correo electrónico notificación de que el partido defensor de los animales PACMA, ha presentado en el Congreso de los Diputados más de noventa y siete mil firmas recogidas, pidiendo responsabilidades políticas a quienes tenían obligación de tomar decisiones y omitieron esa obligación o la realizaron negligentemente. Con el soporte de la denuncia del sacrificio de la mascota de la afectada por el virus, decisión tomada más por miedo que por que la precediera causa objetiva alguna, decidí estampar mi firma como forma de expresar mi rechazo ante la más que mediocre manera de llevar este asunto que ha mostrado la titular del Ministerio de Sanidad, Ana Mato, cuya insolvencia ha quedado puesta de manifiesto hasta el punto de ser relegada de la gestión de la crisis por la Vicepresidenta del Gobierno. No deja de sorprender cómo algunas personas llegan a las más altas instancias de poder mostrando escasas cualidades para las mismas; efectos colaterales de la política de partidos donde la camarilla del vencedor obtiene beneficios a modo de compensación por los favores prestados.
La foto de Teresa y su madre, que como si de un báculo se tratara sustenta a su hija es un fin de historia que inevitablemente hará que la atención se oriente hacia cualquiera de los varios frentes que desgraciadamente tenemos abiertos como país en crisis que somos. Es inevitable y seguramente necesario, pero no debemos dar por cerrado este asunto con la llegada del final feliz. Se han puesto en riesgo vidas humanas y se ha dejado en evidencia la imagen de una sanidad pública ya de por si deteriorada por otros golpes recibidos. Iniciativas como la de PACMA deben mantener viva la obligacion de pedir responsabilidades, le pese a quien le pese. Solo así se hará justicia a una situación que podía haberse evitado perfectamente si no se hubiera bajado la guardia tras el fallecimiento de los médicos y misioneros repatriados.
Solo queda estar pendientes y confiar que por la vía política, a través de ceses o dimisiones, o penal mediante los tribunales, se pidan las responsabilidades que un país de primer nivel sólo puede exigir a sus dirigentes. Esperemos acontecimientos.