Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




viernes, 19 de diciembre de 2014

Separación de poderes

 ..Torres más altas han caído, suele decirse cuando uno trata de explicar que nada  ni nadie es eterno o dura para siempre. En el caso que nos atañe aquí y permitiéndome la licencia de hacer un comentario jocoso en algo que no tiene nada de gracioso, habría que añadir que torres más dulces también han caído, como la del ya cesante Fiscal General del Estado, que presentó su dimisión irrevocable, con fecha de ayer, dieciocho de diciembre de los corrientes.

 Para muchos es la crónica de un cese anunciado, a tenor de la tensión existente entre el denominado ministerio fiscal y el gobierno, a quien debe aquel su existencia y elección para un puesto que suele tener la misma duración de la legislatura en que resulta elegido. 

 A lo largo de estos aun escasos años de democracia, varios han sido los inquilinos de este banco, siempre candente y en tensión por verse en la necesidad de actuar al albor de la más rabiosa actualidad. Y aunque son cuestiones legales y judiciales las que motivan su origen y existencia, son causas políticas las que dirigen las diligencias que desde el mencionado cargo se llevan a cabo.

Hablar de este funcionario y de quienes han ocupado el puesto en estos años daría para mas de una entrada en este blog. Por ello se hace necesario acotar las reflexiones sobre el mismo a la figura de la persona que ha ejercido el cargo en estos escasos tres años.

 Torres Dulce ha gozado quizá de una imagen percibida mejor que la que se le atribuía a sus antecesores. Tertuliano con José Luis Garci en sus programas de cine televisivos y apasionado aficionado al fútbol, su imagen templada en las formas le ha dado un marchamo de aceptación o al menos conocimiento que no han gozado quienes antes que él ocuparon ese despacho en el Paseo de la Castellana , en el admirable Palacio del Marques de Fontalba. Sin embargo esa bonanza adquirida no ha servido de bálsamo para tener que hacer frente a diferentes problemas en los que esa fiscalía se ha visto obligada a intervenir.

 Si por algo se recordará a Torres Dulce será por su papel acusador en el denominado caso o trama Gürtel que ha terminado encarcelando al tesorero del Partido Popular, el inefable señor Bárcenas; además de esa cuestión de financiación ilegal de partidos, la tramitación de la querella contra el President de Catalunya por la organización de la consulta del nueve de noviembre ha terminado por sembrar de polémica y dudas su trabajo, del que siempre presumió en lo relativo a una independencia que pocos o nadie creen que existe.

 Dejando a un lado a un lado los nombres, la reflexión que cabe hacerse ante este episodio político cerrado en falso, ha de ir dirigida a observar si realmente el poder judicial goza de la independencia necesaria para ejercer su tarea, de acusador público en este caso que nos afecta. Y no solo a nivel interno. Las democracias modernas presumen del tan cacareado principio de separación de poderes de cuya paternidad responde históricamente Montesquieu, pero de cuya tutela ningún sistema democrático responde con solvencia.  Ningún gobierno occidental renuncia a tutelar las labores judiciales, eligiendo ministros de justicia, fiscales generales, o vocales de consejos judiciales por temor a que el poder de estos pueda poner en jaque la tarea de gobernar. Redefinir sus planteamiento y establecer las lineas rojas intraspasables debe ser tarea imprescindible en este intento de renovar las democracias al que estamos abocados en medio de la vigente crisis.

viernes, 12 de diciembre de 2014

Pequeño Nicolás

 Es la guinda del pastel, el último y quizá más sorprendente reflejo del esperpento en que se ha convertido la vida pública en este país. A las trifulcas palaciegas y familiares de la Casa Real solo les faltaba un elemento más para completar este sainete que vivimos a diario, y del que, queramos o no, gozamos con no poco divertimento, pese a lo mucho que nos escuece advertir en qué se invierten esos dineros que con tanto esfuerzo ganamos y con tan poca sutileza nos recaudan por todas las vías imaginables.

 Para los que son más jóvenes quizá sea un concepto oscuro, una palabra casi desconocida, un término vago que se escucha cada cierto tiempo a los mayores y que suena más a latinajo o cultismo que a palabra de uso corriente y cotidiano, pero con la irrupción del pequeño Nicolás, como bien gusta él en  autodeterminarse, no sin cierto boato, hemos vuelto a descubrir en toda su esencia, en estado puro, aquello que hace años venía en denominarse como pícaro y que dio pie a todo un genero literario, que brilló con luz propia en nuestro maravilloso Siglo de Oro, conocido como la Picaresca. Con pícaro nos referimos a  esa persona astuta, procedente normalmente  de los bajos fondos y de baja condición o estopa,  que vive de engaños y acciones semejantes. Este sujeto en cuestión cumple al pie de la letra, el perfil dada su humilde filiación, que sin embargo no  ha sido óbice para realizar todo tipo de tropelías con apenas una veintena de años.

 Amparado por el paraguas de las bases militantes del partido en el gobierno, y de alguna de sus fundaciones más relevantes, la criatura en cuestión, dotada de un extraordinario don de la palabra, así como de unas tablas que ya quisiera para sí algún ministro,  ha aprovechado con no poca astucia y mucha habilidad para colarse en cuantos resquicios le han ido dejando, codeándose con gente de alto postín, y manejando cantidades cuando menos curiosas de dinero, así como recursos pagados abnegadamente por el contribuyente; Consciente de su tirón en los medios, a modo de novela radiofónica o de culebrón televisivo, el joven emprendedor va despedazando todos y cada uno de sus logros, comprometiendo en su pormenorizado y desmenuzado relato, a instituciones, entidades y cargos públicos, ante el asombro y regocijo del respetable.

 ¿ Cuánto hay de verdad y cuánto de invención? ¿Es el pequeño Nicolás un esquizoide que ha creado un personaje paralelo a su auténtica identidad, o es cierto cuánto dice que hace y conoce? El dictamen de la calle parece no inclinarse por un juicio u otro y por el momento la división de opiniones es el dato más relevante; pero aún con eso, no deja de ser sorprendente el grado de inquietud y de malestar que ha creado el barbilampiño colaborador de la inteligencia de estado hispana ( porque eso asegura él), entre las altas esferas, obligando a más de un desmentido entre miembros del Consejo de Ministros, del Ayuntamiento de Madrid o de la propia Casa Real.

 Posíblemente todo esto con el tiempo acabe diluyéndose y quede en agua de borrajas.  Pero en cualquier caso la historia del pequeño Nicolás quedará ad eternam en la memoria colectiva, como un episodio destacado de este periodo de idiocia en que nos encontramos inmersos.

viernes, 5 de diciembre de 2014

Sobre el deber de dimitir

 ¿Existe el deber de dimitir cuando se ha dejado constancia de que no se ha estado a la altura de las circunstancias en el cumpliento de las tareas para las que se ha sido elegido?

 Es este un debate viejo, en constante proceso de ebullición,  fruto y consencuencia de las inevitables idas y venidas que el ejercicio de la función politica conlleva. La ciencia política no ceja en su empeño de renovar el compromiso politico como concepto desarrollando diferentes teorias sobre como deberia abordarse la cuestión.
 
 De entre toda la argumentación que existe al respecto, a mi particularmente me hace cada vez más tilín rescatar la teoria del mandato imperativo. Enfrentado en la teoria política al mandato representativo, aquel obligaba a los representantes politicos a cumplir con determinadas directrices e inciativas por las cuales se les acabaría pidiendo cuentas, siendo compelidos a abandonar sus funciones si se considerase que no se ha satisfecho las expectativas creadas, así como exigiendo compensaciones pertinentes en caso de producirse algun tipo de prejuicio en el ejercicio de sus funciones.

 Estamos hablando de una institución politica antiquísima, más propia de condotieros o podestá de ciudad estado italiana. Con el lento pero constante deambulear de la res publica, y con el advenimiento de las democracias modernas, la figura del mandato representativo ha terminado por imponerse, evitando a los representantes electos de tener que dar cuentas directas a nadie al ser su elección fruto de la propia inercia generada con la organización de los sufragios.

 Un paso adelante en la recuperación de esta figura vendría dada por la sustitucion de las listas cerradas ahora existentes en muchos modelos democráticos, por listas abiertas donde el candidato expusiera abiertamente sus iniciativas en proyecto; con esa premisa, se eliminarían las ambiguedades generadas por un sistema como este, donde se eligen cargos electos sin que nada ni nadie les marque por adelantado agenda alguna que deban cumplir. Esa agenda viene definida por unos partidos que en no pocas ocasiones parecen tomar decisiones sin tener demasiado en cuenta la opinión del vulgo que les elige y da legitimidad.

 ¿Cabría aplicar ese mandato imperativo a todos por igual, o deben hacerse excepciones con aquellos que ocupan cargos en primera linea? Recientemente dos altos cargos relacionados con el ámbito de la sanidad han cesado en sus funciones fruto de lo que se ha venido en llamar la presión social que sobre ellos, colectivos diversos, prensa y público en general, han desarrollado. Pero en puridad cabría haberles exigido la marcha como consecuencia de la no realización satisfactoria de las funciones para las que fueron elegidos.

 De hecho, ambos cargos, salpidados de un modo contundente por la crisis del ébola, han cesado en sus actividades, tarde y, en parte por otras razones que nada tenian que ver con el asunto en cuestíon. La prolongación de las funciones de cargos politicos cuya credibilidad está en entredicho no solo dañan al prestigio de las instituciones sino a la de aquellos que las sustentan. Fruto de esa especie de nuevo mandato imperativo que venimos reclamando en estas lineas, estos gestores deberían haber hecho mutis por el foro mucho antes y sin esperar que cuestiones de otra indole propiciaran sus relevos.

 Definitivamente si, Dimitir ha de erigirse como una obligación para aquellos que ejerciendo tareas politicas incumplan con el cometido para el que se les ha nombrado, ya sea por acción, omisión o simple mala suerte. El azar que tanto martirizaba a Maquiavelo por su dificil control, es otro factor que no debe escatimarse por muy injusto que pueda parecer. Lo que no es de recibo es admitir a politicos que sólo saben estar a las maduras y que , en cambio, escurren el bulto a las duras, achacando su incompetencia a razones peregrinas o a labores de hostigamiento por obra de la oposición política.

 Dimitir si. Debe ser parte del juego, debe asumirse como una responsabilidad en la función política. Partiendo de la base de que nadie es insustible en su puesto, y de que la función politica debe ser una tarea de paso, empezaríamos a reconstruir el modelo democrático que nos da cobijo , instaurando la obligación de cesar de sus funciones cuando no se esta a la altura del cometido. Sería un excelente primer paso para remozar una cultura politica que requiere de otros gestos ( limitación de mandatos a un periodo de tiempo concreto, declarar la incompatibilidad de quien deja la politica  en activo con puestos ejectutivos y de dirección en empresas privadas, obligación de publicitar gastos directamente vinculados a la tarea asignada mientras se ocupe el puesto, etc....) 

 Claridad, transparencia, dignidad, sentido común y sobre todo honradez. Un coctail de éxito, sin duda.

 
 

jueves, 4 de diciembre de 2014

Apuntes sobre la violencia

 Aunque no es la forma habitual de crear entradas en este blog, cuya disciplina y regularidad carecen del rigor al que otrora se encomendara el causante de las lineas aquí reflejadas, no he querido dejar pasar más tiempo, ni si quiera esperar a mañana, para dejar constancia de un par de apuntes que tienen como fuente de referencia los hechos acontecidos el pasado domingo, treinta de noviembre de los corrrientes.

 Ese día, a horas casi diríase que intempestivas, dado el carácter festivo del día, y la baja temperatura que ya empieza a recordarnos la proximidad del acechante invierno, dos "manadas" de individuos, a los que no puede catalogarse de otro modo, pues esa es su manera de actuar y desenvolverse, como si fueran animales salvajes carentes de sentido u orientación, decidieron emplear los aledaños de un recinto deportivo, y más concretamente una zona de ocio y esparcimiento como es la remodelada rivera del Manzanares, para organizar un espectáculo de odio y sangre que tuvo como fatal colofón el fallecimiento de uno de los integrantes de la pelea, reventado literalmente a palos antes de ser lanzado como si se tratase de un fardo, a las aguas frías del río que le provocaron la hipotermia que acabó por hacerle entrar en parada cardiorespiratoria. Tras un penoso rescate y traslado a dependencias hospitaliarias, los galenos que le atendieron tan solo pudieron certificar su deceso.

 Han pasado ya algunos días de tan aborrecible hecho, y a las inevitables reflexiones sobre la conveniencia o  no de permitir la entrada a espectáculos deportivos a grupos de aficionados que aprovechan el reclamo futbolístico para unirse e identificarse con otras proclamas y referencias ideológicas, cabe preguntarse si este hecho puede catalogarse de hecho aislado, o si por el contrario se refiere a  actividades, por llamarlas de alguna manera, que están en franco crecimiento. Quizá no sean foco de atención constante, o pasen desapercibidas entre otras muchas situaciones que tienen como transfondo último el alto grado de malestar y descontento que como grupo o sociedad tenemos en éste preciso instante.

 ¿Por qué tienen atractivo determinadas ideologías? ¿Por qué especialmente entre los jóvenes? (Y no tan jóvenes;  el fallecido en la trifulca, entrado en los cuarenta y padre de dos hijos, ha dejado como lastre un generoso historial de hechos delictivos, entre los que cabe referirse episodios puntuales de violencia domestica y menudeo con drogas). ¿ Se está al tanto del progresivo aumento que estos grupos radicales denominados antisistema están consiguiendo con el siempre necesario caldo de cultivo que supone el periodo de zozobra en que vivimos?

 Para la mayoría de la gente el episodio del domingo quedará en un simple lance propiciado por las divulgación hecha a través de las redes sociales y con el fondo de un partido de fútbol, siempre generador de pasiones excesivas que se amplifican con la ingesta desenfrenada de alcohol; es algo a lo que en la medida de lo posible uno esta ya acostumbrado porque lo ha visto otra veces. Pero sería necesario estar muy pendiente de analizar el acto en sí: observar a quienes son capaces de organizar por whatsapp una quedada en otra ciudad, alquilar dos autobuses, desplazar a más de doscientas personas, encontrar apoyo en otros residentes en la ciudad donde se va a cometer la tropelía con las que se encuentra vínculo o proximidad... Detrás del hecho acaecido el domingo pasado hay toda una cultura de vida y de acción que puede dejar de ser un acto residual para convertirse en algo cotidiano en nuestro día a día. 

 A fin de cuentas con la violencia se saca a flote toda la adrenalina y frustración acumuladas. Hacer de ese modo de aliviar tensiones internas un estilo de vida, puede llevar a graves riesgos y desequilibrios. Con una tasa de desocupación superior al cuarenta por ciento de la población activa, el sector más joven de la sociedad corre el riesgo de caer en las garras de determinadas ideologías y grupos reaccionarios. Ya se sabe, en río revuelto...