Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




viernes, 26 de febrero de 2016

Calambre

  ¿Por qué será  que en días como hoy, fríos y nublados, donde la lluvia a ratos, golpea con sus gotas los cristales, como recordando con sus pequeños toquecitos lo desapacible que esta el tiempo afuera, por qué será que se pone uno melancólico tirando a tristón? No, no voy a esperar a que algún trabajo científico, de esos que cada cierto tiempo publica la prensa, justifique el porqué de algunas cosas, cuya justificación suena a perogrullo. La falta de luz, apaga los sentidos, y, a veces nubla un tanto el alma, tanto que te bloquea, te paraliza, te invita a mirar a ninguna parte mientras las gotas de lluvia, siguen su lento e ineroxable repiqueteo en las ventanas. Y mientras me pierdo en recuerdos que no se porqué motivo vienen a mi cabeza en este momento.

  Ocurrió hace muchos años, tanto, que buena parte de los enseres que ocuparon algún espacio en aquella habitación de aquella vieja casa, se han borrado por completo de mi memoria. Ni siquiera recuerdo por qué movimos aquel sofá para encontrarnos la pequeña sorpresa que aquella pared, casi a ras del suelo escondía. Tal vez fuese porque se fuera la luz, o porque oyéramos algún chasquido; o quizá fuese mi madre y sus manías de pasar el cepillo casi a diario por las zonas más recónditas de aquellas estancias, donde tanto mueble convertía la tarea en un pequeño tormento. Fuera lo que fuera, aquella vez, mover aquel sofá trajo una inesperada sorpresa.

  Allí estaba él, un pequeño ratón de color grisáceo, erguido sobre sus patitas traseras de las que salia una mata de pelo blanquecina, con la cola extendida y la cabeza apoyada sobre los cables blancos, donde sus dientecillos se hundían en el interior tocando el cobre. Con sus patitas aún apoyadas  sobre el rodapiés de madera marrón que adornaba todo el perímetro de la habitación. En esa tesitura debió sufrir el calambrazo que paralizó su corazón, y por un momento consiguió que nosotros nos paralizásemos con él al descubrirlo, elevando un sentimiento de ternura y pena que durante unos segundos hizo que pasáramos del griterío del descubrimiento al silencio de la pesadumbre por la muerte de aquella minúscula criatura. Y entonces empezó el entierro: mi padre fue de camino al  cuadro de fusibles, para cortar la corriente, y acto seguido, como si fuera un ceremonial que todos seguimos en riguroso silencio, se acercó al zócalo para apartar el pequeño cuerpo inerme del pobre ratoncillo. No fue el primero , ni tampoco sería el ultimo  de los roedores que viésemos de los que  convivían con nosotros en aquella casa cuyos muros hechos de piedra y mortero, debían esconder infinitas galerias donde debian habitar aquellos insignificantes vecinos; un cuscurro de pan duro o las sobras de la cena mal custodiadas servían de banquete a aquellos pequeñajos que con brillante destreza burlaban las trampas para ratones que se afanaba en colocar mi abuelo.

  Qué cosas tiene la vida;  tal vez hayan pasado más de treinta años de aquel infeliz percance, y qué habrá sucedido para que me venga a la memoria en un día como hoy, donde las nubes del cielo, me invitan a perderme  en recuerdos escondidos en la memoria después de tantos años. Escuchando Foolish heart, de Journey, te rindo tributo, aunque no lo creas, con cariño mi pobre ratonzuelo.
 

 
 

lunes, 15 de febrero de 2016

Por qué soy escéptico. 6

 Onda gravitacionales. No se habla de otra cosa. En el mundillo científico y fuera de él. Es mayoritaria la opinión de quien vaticina una nueva época, un nuevo escaparate para la ciencia desde el que poder entender y explicar el mundo. Más de cien años para encontrar evidencias de una teoría que ya bosquejó un genio de la talla de Einstein. Una nueva cota de sabiduría se alcanza, un mundo de posibilidades por delante. Sí a la ciencia, a sus avances, a sus expectativas. No al cientifismo, a la creencia de que todo puede y debe ser explicado por argumentos empíricos e irrefutables. El hombre solo estará libre, solo se quitará la presión y el peso de saber en todo momento, si es capaz de eliminar los centros de anclaje, las referencias sobre las que el individuo busca amortiguar su existencia. La gracia, la cultura como nuevo argumento de supervivencia, la ciencia en todos los ámbitos... No entender la volubilidad, la imperfección innata que nos caracteriza es lo que produce frustración. No se trata de renunciar a nada, solo de ser consecuente con la condición de uno mismo.

domingo, 7 de febrero de 2016

Sumisión

  Es el inquientante titulo de la última novela de Michel Houellebecq, publicada apenas hace un año, coincidiendo con el atentado en París, a la revista satírica Charlie Hebdo. Tan terrible coincidencia ha venido a redundar en la aureola de este libro, al que la crítica más destructiva no ha ahorrado esfuerzos de tildarlo de anti-islámico. Críticas que seguramente habrán beneficiado al autor y a su editorial, en lo referente al volumen de ventas.

  Sumisión es un libro que va en la línea de otra gran novela, firmada esta por José Saramago, donde también se ponía en práctica el juego de aventurar que pasaría si los ciudadanos votasen de un modo en vez de otro, mas convencional, o si se quiere previsible. Sí en su Ensayo sobre la lucidez, el escritor portugués juega la baza de una abstención mayoritaria entre los llamados a votar, Houellebecq juega en su libro otra carta: que ocurriría si un líder islámico moderado llegase al poder y se hiciese con la Presidencia de la República Francesa.

  Leer el libro en clave meramente política y electoral sería un error, ya que lo que plantea aquí su autor va mas allá de lo meramente político. Sumisión no es solo una narración de política ficción, es también una reflexión acerca de los valores de la Francia actual, valores que vienen mancillados y socavados de una manera sistemática fruto de la falta de soluciones ante el que sin duda, es el principal reto al que debe hacer frente el país: la integración de la población emigrante procedente en su mayor parte del magreb africano. Ubicados en distritos específicos de las grandes capitales francesas que a modo de guetos, sirven de lugar donde poder ubicar a personas que en su mayor parte no son bien recibidas por los ciudadanos franceses, su creciente llegada y naturalización no les sirve de argumento para poder progresar e instalarse en el seno de una sociedad que parece no quererles. No en vano sus hijos y nietos son ciudadanos franceses, que pese a su condición de galos en origen no consiguen abandonar las estructuras de sus particulares guetos donde parecen condenados a existir salvo que algún billete de lotería les libre de la condena eterna de la exclusión.

  ¿Cómo conjugar esta situación con los que son los ideales de la República, Liberté, égalité e fraternité? hay quien opina que las cosas se fueron de madre desde que Francia no terminó de digerir bien su condición de antiguo país metrópoli, perdiendo todas y cada una de sus posesiones territoriales, siendo las pérdidas más significativas y dolorosas, las de Indochina en Asía y la de la considerada por muchos la joya del país, Argelia, perdida a mediados de los años sesenta. La patria de Camus, fuente de inspiración de algunas de sus más insignes obras, paso a vagar libremente por el mundo, construyendo su futuro a fuerza de sangre y sufrimiento hasta recientes épocas en que la pacificación del país parece ir consolidándose. ¿ Puede ser cierto que los franceses que antes integraban a los hijos de sus colonias sin requemores ahora no sientan apego alguno por quienes hasta hace poco eran súbditos de la gran patria francesa?

  Como se ve el tema es extenso y complejo. Política, economía, expansiones terriroriales, procesos de descolonización y... religión. Todos esos ingredientes incluidos en la misma coctelera traen como resultado la creación de un brebaje cuya gusto al paladar y asimilación por los estómagos de la ciudadanía francesa pueden dar como resultado la no tolerancia del producto. Y esa no tolerancia está siendo aprovechada por determinados sectores de interés para atacar los cimientos de la República más laica del continente. Para determinados sectores musulmanes conquistar para el Islam Francia sería como alcanzar el dorado que en otro tiempo conquistadores castellanos ansiaron alcanzar en tierras vírgenes en la inhóspita norteamérica.

  Houllebecq en su novela trata de un modo inquietante el papel de esa asimilación de conceptos a día de hoy ¿ Realmente es tan malo el islam, más especialmente en su faceta social y familiar ,cuyos valores están , a día de hoy a años luz de la forma de entender la vida de los ciudadanos?. Antes un mundo tan cambiante y poco tranquilizador, por ser incapaz de garantizar nada a sus súbditos, podrían estos caer en la tentación de aceptar la venida de un nuevo régimen que amparado en las bases de una sociedad patriarcal familiar, permitiese volver a hacer asimilables los horizontes de un mundo cuyo constante mutación solo crea inquietud y temor?

  Para muchos incluidos buena parte de la crítica, Sumisión es una novela oportunista que busca hacer dinero a costa de airear los temores y sufrimientos resultado de los ataques que recientemente esta sufriendo Francia. Para mi es una reflexión sobre cómo esta evolucionando un país, cuyos valores de base quizá no están tan consolidados como antes, tal vez porque están siendo objeto de olvido a tenor de otras preocupaciones, donde el bolsillo y el empleo copan la lista de preocupaciones de la ciudadanía. Y es por esto por lo que Sumisión es una novela que solo puede universalizarse y no leerse tan solo en clave francesa. A fin de cuenta, los temores del francés de a pie y sus enemigos, son los mismos enemigos de todo Occidente. Enemigo que no solo se manifiesta a través de las metralletas que siembran de muerte y sangre las calles de París. Una Europa de los valores consolidada, encontraría argumentos de sobra para defenderse de estos ataques, y no sentiría el miedo que ahora se siente frente a enemigos confesionales y autoritarios.


          http://www.anagrama-ed.es/titulo/PN_893

jueves, 4 de febrero de 2016

Por qué soy escéptico. 5

Un escéptico no profesa fe alguna, mira a la realidad a la cara, sin elucubraciones; asume serenamente su estado de conocimiento, el de este momento, el de ahora, no el que puede ser, y siempre con prudencia, sin dar por seguro o definitivo nada. No cierra puertas a posibles visiones, pero no se presta a monsergas que carecen de certidumbre alguna. Es enemigo acérrimo de las conjeturas, de las denominadas teorias osadas. Solo la ignorancia da el paso desde la prudencia a la aseveración rotunda, sin tener nada sólido bajo los pies.

lunes, 1 de febrero de 2016

Por qué soy escéptico. 4

 Ser escéptico implica guardar una equidistancia absoluta frente a un concepto: la Fe, o lo que es lo mismo, frente a la creencia en algo que no se tiene a mano, de lo que no tiene certidumbre inmediata. Fe tiene el religioso, que apuesta a la verdad ciegamente, sin argumentos empiricos contrastables, pero fe tiene también el científico, que sin tener seguras las bases sobre las que probar su teoría, invierte su esfuerzo y raciocinio en alcanzar su meta, en demostrar su hipótesis. Unos y otros viven de posibilidades, no de realidades. Solo cambian la deidad que sustenta su fidelidad: un ente incorporeo creador  frente al poder de la razón probadora.